El mercurio liberado a la atmósfera por la industria entra en el mar y de ahí pasa a la cadena alimentaria. Ahora, un análisis de la Universidad de Basilea (Suiza) ha revelado cómo entra esta sustancia nociva en el agua del mar.
No es principalmente a través de las precipitaciones, como se suponía hasta ahora, sino que también interviene el intercambio de gases. Por tanto, las medidas para reducir las emisiones de mercurio podrían surtir efecto más rápido de lo que se pensaba.
Cada año, las centrales eléctricas de carbón y las actividades mineras emiten 2.000 toneladas de mercurio gaseoso a la atmósfera. La sustancia nociva adopta entonces diversas formas químicas al circular entre el aire, el suelo y el agua en un complejo ciclo.
El mercurio es especialmente peligroso en el mar, donde se acumula en los peces en forma de metilmercurio altamente tóxico. Cuando este compuesto entra en el cuerpo humano debido al consumo de pescado, puede tener un efecto adverso en niños y adultos.
«Se calcula que las actividades humanas han triplicado la cantidad de mercurio en la superficie del océano desde el inicio de la industrialización», afirma el biogeoquímico Martin Jiskra, del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Basilea.
Anteriormente, los expertos suponían que el mercurio entraba en el océano principalmente a través de las precipitaciones. «Sin embargo, son sólo suposiciones, ya que no hay estaciones colectoras de precipitaciones sobre el mar».
La huella química revela el origen
Como informa Jiskra en un estudio publicado en la revista Nature, ha analizado muestras de agua de mar con un nuevo método que permite a los investigadores distinguir si el mercurio procede de las precipitaciones o ha entrado en el mar a través del intercambio de gases.
Esta técnica, conocida como «huella dactilar», se basa en la medición de las diminutas diferencias de peso entre los átomos de mercurio naturales, conocidas como isótopos.
Se recogieron muestras de agua de 20 litros a profundidades de hasta 1.400 metros frente a la costa de Marsella. Se obtuvieron datos adicionales de muestras recogidas por buques de investigación en el Atlántico Norte.
Comprender mejor el ciclo del mercurio
Los análisis revelaron que sólo la mitad del mercurio presente en el mar procede de las precipitaciones. Mientras que la otra mitad entra en los océanos debido a la absorción de mercurio gaseoso. En la actualidad, la contribución debida a las precipitaciones está probablemente sobrestimada.
Se sospecha que la absorción de mercurio por parte de las plantas hace que una mayor parte del metal pesado se deposite en la tierra, donde se secuestra de forma segura supone un menor riesgo para los seres humanos.
Jiskra añade que los nuevos hallazgos también son importantes para la aplicación del Convenio de Minamata de 2013, por el que 133 países se comprometieron a reducir las emisiones de mercurio:
«Si entra menos mercurio en el mar a través de las precipitaciones, una reducción de las emisiones podría hacer que los niveles de mercurio en el agua del mar disminuyeran más rápido».